Las obras de Juan E. Falcón transitan por dos mundos, el sitio de origen, al que podríamos denominar su mundo, y el sitio de acogida, nuestro mundo. Entre ambos mundos se encuentran con su mirada.
Es en la apropiación de ese sitio que los recibe, en la necesidad de reconocerlo, de darle una identidad personal a través de la propia creación, donde este artista latinoamericano se encuentra con sigo mismos, entre él y con nosotros, los uruguayos. Unirlos en esta muestra que abarca esas tres dimensiones del encuentro.
El artista, desde temáticas y técnicas disímiles, ve cruzar su camino en torno a una misma búsqueda: hacer propia esta tierra de acogida. Sus trabajos acaban siendo un vehículo para el redescubrimiento de ese Uruguay que, por su cotidianeidad, por tratarse de paisajes humanos, urbanos y rurales comunes, repetidos, devienen invisibles. Su obra nos convoca, desde la mirada ajena, a redescubrir y revalorizar esos espacios, producto de nuestra propia agencia creativa.
La migración, condición inseparable de la existencia del ser humano, no solo es parte de nuestra historia nacional, sino también un desafío mundial que nos sensibiliza profundamente a todos, sin excepción ni fronteras, y ante el cual no podemos permanecer indiferentes. Dentro de esa actualidad migratoria que obedece a móviles muy variados (amor y guerras, cambio climático, oportunidades académicas o económicas) Uruguay también observa constantes movimientos migratorios, internos y externos.
Juan E. Falcón hace lo propio con la ciudad. Rescata del olvido a esa ciudad que va más allá de la postal. La ciudad no sólo es la rambla, ni aquellos sitios emblemáticos que hemos elegido consciente o pasivamente para describirla. El artista con su obra nos devuelve un Montevideo cotidiano, ese de calles transitadas, ese del barrio, tan vibrante, tan vivo con sus luces, sus charcos y sus sombras.
Es en este ejercicio de redescubrimiento en el que el Otro -que bien puede ser el extranjero por ser más evidente, también puede ser nuestro vecino- nos complementa, nos ofrece en el periplo de su propia búsqueda personal una parte de un Todo que de otra manera quedaría encubierto.
Acercarnos a la mirada del otro desde el arte o cualquier otra disciplina nos enriquece como individuos y nos aporta a una visión más diversa y completa de nosotros mismos.
Bernardo Buechner
Luis Flieller del Puerto
La Mirada del Otro
Soy cubano y hace 4 años resido de manera permanente en el Uruguay. He sufrido discriminación y Xenofobia así como compatriotas y conocidos de diferentes latitudes. Las galerías y espacios culturales están dirigidos a artistas nacionales por lo que la integración al circuito cultural es difícil. Hoy mi obra es reflejo de ello.
El retrato es uno de los más antiguos temas en las artes visuales, no es evocar a
los clásicos del arte mi pretensión, sino, usar la excusa de la representación “formal” de un rostro y traducirlo a mi contexto, donde se trasforme en los rostros de muchos en mi situación, donde las identidades pasan a ser siluetas o hay que reprimirlas para encajar.
Busco en mis retratos representar a grupos, sectores, etnias y géneros; espero
adentrarme en la identidad que los representa y así descubrirme a mí mismo cual
espejo.
En algunas obras se desvanece la imagen mientras que en otras se acentúan
rasgos, símbolos, en un juego entre la representación formal y la subjetividad.
Los retratos por momentos tachados, deformados, minimizados y/o exagerados
pretenden un discurso individual con cada espectador y su propia interpretación del espejo que es la obra. Tratar de adentrarnos en la imagen perdida de ese vecino o amigo extranjero que vive entre nosotros.
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